Comparto letras reñidas, el despertar con el espinazo doblado, con la garganta rota y el pecho quebrado. Ellos no me conocen, mejor así, que no sepan nunca de mi, de debilidades o pecados. Mías las noches de embriaguez acalorada y sin vergüenza, de bruma bajo los pies, mías las nocturnidades de sangre deslizándose por la piel y el brillo en los ojos. Tiempo atrás, dediqué largas horas a buscarme, a buscar donde otros antes buscaron, innumerables veces caí abandonado en alguna habitación sin puertas ni ventanas. Sin embargo, otras tantas estuve dispuesto a ser mirado , aunque sucumbiera después a la voracidad del desconsuelo.
Aprendo muy despacio, tan despacio que no sé leer su escritura ni escribir sus dictados, aprendo tan despacio.
Á.S.
No hay comentarios:
Publicar un comentario