martes, 4 de enero de 2011

Nocturnidad.

De tanto correr me dan ganas de volar, pero no tengo alas.

Tengo una nocturnidad donde cabemos todos, una nocturnidad tan sumamente grande, que en ella, cabe el mundo entero. Tinieblas en los ojos, en los costados y en los besos, adherida a los pulmones, acariciando el cuerpo. Tengo una nocturnidad que se postra sumisa junto a la cama y ya empiezo a  creer, que es para mi solo.
Á.S.

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