lunes, 3 de enero de 2011

Te inclinas taciturna y respiras un bostezo, sudas, te tiemblan los codos y de nuevo te inclinas, te haces prisionera, te fugas y engañas y siempre regresas, vistes de niña, recuerdas el primer amor, te turbas.
Agitas los brazos cuando el tedio te atosiga, recoges tu pelo, cubres el rostro con las manos, pasa un tranvía, el mundo se agota y tú, de nuevo te inclinas.
Llegan las tardes de otoño, los castaños cortejan las rosas tardías, se cosechan esperanzas para los tiempos de hambre o cobardía, de noches largas de fiebre y pesadilla. Una mirada te busca , la otra te adivina, tú respiras un bostezo y de nuevo te inclinas.
Á.S.

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